La Trinidad Humana Ahora y en la Eternidad
por
Pierre BITTAR
26 de Marzo de 2013
Sabemos que fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios. En el Génesis 1:26 Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y nuestra semejanza...” También sabemos que nuestro Dios es un Dios Trino: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Estas tres personas de Dios constituyen la Santísima Trinidad.
De lo antedicho, ¿podemos concluir que existe una trinidad humana? En las Escrituras, tenemos la confirmación de que cada uno de nosotros es Espíritu, Alma y Cuerpo. Podemos leer en la Primera epístola a los tesalonicenses 5:23 “...que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
Si leemos la Biblia comprenderemos mejor quienes somos realmente. En el Génesis 2:7: “Luego Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”.
Por lo tanto, originalmente estamos hechos de polvo, pero tenemos dentro de nosotros el aliento de Dios. En otras palabras, somos en parte físicos o naturales, y en parte espirituales. Nuestra parte natural es nuestro cuerpo como lo conocemos, y nuestra parte espiritual es nuestro Espíritu y nuestra alma como mencionamos anteriormente en la Primera epístola a los tesalonicenses. Sabemos que nuestro cuerpo físico vivirá, morirá y finalmente regresará al polvo porque lo físico pertenece a esta tierra y en ella permanecerá. No es el caso de nuestro Espíritu y nuestra Alma. Son el aliento de Dios, por lo tanto son espirituales y eternos porque Dios es un Espíritu Eterno.
No sabemos sobre nuestro espíritu y nuestra alma tanto como sabemos de nuestro cuerpo físico. Esto se debe a que son espirituales y nuestro cuerpo físico no puede percibirlos. Están, sin embargo, dentro de nosotros desde nuestra concepción.
NUESTRO ESPÍRITU
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Nuestro espíritu está dentro de nosotros desde que fuimos concebidos. Es el aliento de Dios dentro de nosotros. Se denomina espíritu, pero también podría denominarse nuestro cuerpo espiritual. Es completamente invisible para nosotros, pero cubre el volumen total de nuestro cuerpo natural. La forma de nuestro cuerpo espiritual es básicamente como nosotros. La cabeza tiene un rostro que es como nuestro rostro, las piernas y los brazos son idénticos a los nuestros. Sin embargo, si nuestro cuerpo físico sufre una mutilación, nuestro cuerpo espiritual nunca podría sufrirla. Si alguien nace ciego o sordo, o pierde algún sentido durante sus primeros años de vida, todos los sentidos de su cuerpo espiritual permanecen intactos.
Si bien nuestros sentidos espirituales no perciben lo que nuestros sentidos naturales perciben, pueden percibir inspiraciones e intuiciones. También pueden percibir todo tipo de emociones como el amor, el odio, la alegría, la pena, las cuales no pueden ser percibidas por nuestros sentidos naturales. Es decir que, si bien es invisible, nuestro cuerpo espiritual y todos sus sentidos están complementando y enriqueciendo nuestro cuerpo físico con información muy útil y necesaria. Obviamente, los científicos no están de acuerdo con esta explicación simplemente porque la ciencia no cree en los espíritus. Para explicar los fenómenos mencionados anteriormente, los científicos usarán enfoques filosóficos o psicológicos que pueden ser muy grandilocuentes pero no pueden satisfacer o convencer la curiosidad humana.
Nuestro espíritu es también un medio de comunicación entre nosotros y el mundo espiritual. Cuando oramos, por ejemplo, es a través de nuestro espíritu que nos comunicamos con Dios. Es también a través de nuestro espíritu que los espíritus buenos y malos se pueden comunicar con nosotros. Por ejemplo, cuando el diablo nos tienta a cometer un pecado, percibimos la tentación a través de nuestro espíritu. Pero como veremos más adelante, depende de nuestra alma decidir si aceptamos o rechazamos la tentación. Es también a través de nuestro espíritu que podemos percibir las inspiraciones o intuiciones buenas o malas provenientes de los buenos o malos espíritus. Si, por ejemplo, tenemos la bendición de ver y escuchar a Jesús, nuestros ojos y oídos espirituales se abrirán aunque estemos en nuestro cuerpo. Y nadie más, que se encuentre presente con nosotros durante esta visión, verá a Jesús u oirá Su voz, a menos que reciba la misma bendición de tener sus ojos y oídos espirituales abiertos. Incluso, si es la voluntad de Dios, todo nuestro cuerpo espiritual puede dejar nuestro cuerpo físico e ir a visitar el mundo espiritual. Podemos, mientras nuestro cuerpo físico está durmiendo, visitar el cielo y hablar con los ángeles u otros espíritus. Podemos también visitar el infierno y ver qué y cómo es. Cuando termina nuestra visita, nuestro cuerpo espiritual regresará y se unirá a nuestro cuerpo natural.
Cuando nuestro espíritu fue concebido, recibió de Dios la semilla de la fe. Como cualquier semilla, para poder crecer, nuestra semilla de la fe necesita ser nutrida. Es a través de nuestras oraciones, las buenas acciones y nuestro respeto a los designios de Dios que la semilla de la fe puede crecer. Seguirá creciendo hasta que nazcamos de nuevo a través del Espíritu Santo. Pero también ocurre lo contrario. Si dejamos de nutrir la semilla de la fe con nuestras buenas acciones y en cambio le damos la espalda a Dios, y actuamos con maldad, la semilla de la fe morirá. Esto puede confirmarse con las Escrituras. En Pedro 1:23: “Pues ustedes han nacido de nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de Dios que vive y permanece”. Esto también se confirma en Juan 3:3, Respondió Jesús y le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. ¿Y cuando se Le preguntó cómo podemos nacer de nuevo? Jesús respondió en Juan 3:6 “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Nacer de nuevo significa también que tendremos vida eterna y disfrutaremos de estar junto a Dios en Su reino por toda la eternidad.
Si la semilla de la fe muere, el espíritu muere con ella. Entonces, ¿cómo puede morir el espíritu si es eterno? La respuesta es que, a diferencia de la muerte del cuerpo natural, la muerte espiritual no es el final del espíritu, sino la privación del espíritu de poder estar junto a Dios.
Si nuestro espíritu muere mientras todavía vivimos sobre esta tierra, Dios nos considera como espiritualmente muertos, aunque nuestro cuerpo viva. En Mateo 8:21-22, otro de sus discípulos le dijo: “Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre”. Pero Jesús le dijo: “Sígueme; deja que los muertos entierren”. Lo que Jesús quiso decir es que los espíritus de aquellos que tienen que enterrar a los muertos estaban muertos y no sus cuerpos. Cuando morimos, es solo nuestro cuerpo físico el que muere. Nuestro cuerpo espiritual con nuestra alma se liberará instantáneamente del cuerpo y vivirá por toda la eternidad en el mundo espiritual donde pertenece, ya sea junto a Dios en un lugar llamado “Cielo” o lejos de Él, en un lugar llamado “Infierno”. Como explicaremos luego, existe sin embargo un tercer lugar llamado “Purgatorio”.
CIELO: Aquellos que amaron a Jesús y nacieron por el Espíritu disfrutarán y compartirán el cielo con Él y Sus ángeles por toda la eternidad.
En el cielo, nuestro cuerpo espiritual lucirá como nosotros cuando vivíamos en nuestro cuerpo. Es reconfortante saber que nuestro cuerpo espiritual no se llevará ninguna de nuestras enfermedades ni ninguna de nuestras mutilaciones. Tendremos un cuerpo perfecto, saludable y sin edad para siempre.
Cuando estemos en el cielo, reconoceremos a nuestros padres, hermanos y hermanas así como a nuestros amigos que murieron antes que nosotros. También descubriremos a nuestros abuelos o bisabuelos a quienes no tuvimos la oportunidad de conocer. Nos sorprenderá encontrarnos con niños o parientes que murieron muy jóvenes. Los ángeles y los buenos espíritus los han cuidado y se conservarán en su mejor edad para siempre.
En el cielo no nos preocuparemos por el alojamiento. Jesús ha preparado todo para nosotros. Quienes anhelaban tener una cabaña junto al río, frente a una montaña, en una playa, con vista a un valle o a un lago tendrán lo que siempre han deseado tener. Si extrañan a sus mascotas, Dios las llevará de nuevo con ellos.
En el cielo no tendremos que preocuparnos por la comida, hallaremos todo tipo de comidas. Aquellos que aman cocinar cocinarán para aquellos que no cocinan. Saborearemos frutas deliciosas que no hemos visto nunca antes. Nuestro sentido del olfato descubrirá una variedad de flores hermosas.
En el cielo nunca nos aburriremos. Podemos practicar o ejercitar lo que extrañamos hacer en nuestra vida terrenal. Los científicos continuarán sus investigaciones científicas, y con permiso de Dios, pueden inspirar a sus colegas científicos en la tierra y ayudarlos a progresar con sus invenciones. Ocurre lo mismo con los músicos. Pueden continuar inventando música e inspirar a músicos humanos colegas. Los Teólogos se reunirán con los Ángeles y desarrollarán su conocimiento. Se invitará a los predicadores a que prediquen a aquellas almas que están buscando el cielo y están sedientas de conocer sobre Dios y saber quién es Jesús. Aquellos padres que aman a los niños o extrañan tener hijos, se ocuparán de bebés que en la tierra no tuvieron la posibilidad de sobrevivir y fueron llevados al cielo por los ángeles. Es decir que todos estarán feliz y voluntariamente ocupados haciendo lo que siempre han querido hacer.
En el cielo estaremos en un reino diferente, no hay un sol que se alce y se ponga determinando un día y una noche cada 24 horas. No hay tampoco una tierra que rote alrededor de su propio eje oblicuo y orbite alrededor del sol una vez al año para determinar nuestras cuatro estaciones.
En el cielo, no hay tiempo ni espacio. Si deseamos visitar a alguien, no conducimos un auto, ni tomamos un tren o un vuelo. En el momento en que deseamos ver a alguien, estamos inmediatamente frente a esa persona. Recuerda que si bien tenemos un cuerpo similar a nuestro cuerpo terrenal, ya no somos naturales, somos espíritus. Y esto nos sonará extraño y puede parecer raro, pero cuando pensemos en ello y en su puesta en práctica, nos encantará. No más embotellamientos, accidentes, multas por exceso de velocidad, estaciones de servicio, tarjetas de crédito, etc.
Nuestras responsabilidades en el cielo ya no serán las mismas. En nuestro mundo material debemos trabajar, traer comida y vestimenta a nuestra familia, pagar nuestra educación y la de nuestros hijos, pagar la hipoteca de nuestra casa y la prenda de nuestro vehículo. Nuestra vida está llena de responsabilidades desde nuestra juventud hasta que morimos. En el cielo, Jesús se ocupa de todo ello. Tiene para nosotros muchas nobles responsabilidades que van más allá de nuestra limitada imaginación terrenal. No se olviden que el universo no tiene límites y que Dios nos necesitará como sus hijos para trabajar junto a Él y participar en Sus ilimitados planes para el futuro. Es de acuerdo a nuestra experiencia terrenal y a nuestras destrezas y motivación que Dios nos guiará hacia responsabilidades mucho más grandes y mucho más interesantes que las que hemos experimentado durante nuestra vida terrenal relativamente corta y limitada.
Si Dios invita al cielo solo a aquellos que nacen de nuevo, es porque en el Cielo el pecado no existe y, por supuesto, los malos espíritus o demonios no tienen existencia o influencia en ningún espíritu celestial. Por lo tanto, el amor reinará y el odio o las malas acciones serán abolidos para siempre. Podemos imaginar lo hermosa que será la vida cuando estemos rodeados de personas amorosas cuyo único deseo sea ayudar y compartir su felicidad y alegría con nosotros.
Si la Biblia ha restringido el acceso al cielo solo para aquellos que creen en Jesucristo como nuestro Dios y Salvador, es precisamente porque Jesús es el Rey de los Cielos. Las Escrituras abundan en pasajes sobre esta restricción. Los siguientes dos versos lo confirman.
1) Jesús es Dios hecho Carne (llamado el Hijo de Dios). En Isaías 9:6: “Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.
2) Solo quienes creen en el Hijo de Dios tendrán vida eterna. En la primera epístola de Juan 5:11-13, “Y este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna”.
INFIERNO: Y aquellos que han rechazado a Dios, matando así su propio espíritu con sus pecados y malas acciones, aquellas personas infames que viven una vida terrenal llena de maldad usando sus planes maliciosos para obtener lo que desean, sin importar que haya personas que pierden la vida, sus posesiones o su dignidad. Estas personas serán juzgadas por Dios y serán arrojadas adonde pertenecen, en un lugar llamado Infierno donde residen Satanás y todos los demonios.
Estarán lejos de Dios, privados del Sol del Cielo que propaga el amor a través de su calor y sabiduría a través de su luz. En otras palabras, estarán en un lugar donde tendrán lo opuesto al amor, que es el odio, y lo opuesto a la sabiduría, que es la locura. ¿Qué clase de vida sería aquella en la que cada espíritu odiará, se batirá o luchará con todos los demás espíritus? ¿Los espíritus enojados estarán rodeados por espíritus enojados? Lo peor de todo es que sus vidas serán así por toda la eternidad porque su última oportunidad de arrepentimiento la tuvieron en la tierra antes de morir.
PURGATORIO: Todos los seres humanos son pecadores y Dios lo sabe. Esto es lo que Dios dice en la primera epístola de Juan 1:8-9: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él (Jesús) es fiel y justo, para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad”.
Sin embargo, no todos los pecados tienen la misma gravedad. Asesinar a alguien con plena conciencia y deliberadamente es evidentemente un pecado mucho mayor que robar una manzana para alimentar a un niño hambriento. Es decir que algunos pecados pueden llevarnos a la muerte eterna (pecado mortal) mientras que otros no (pecado venial).
Los pecados pueden ser perdonados. En Hechos 10:43: “De Este dan testimonio todos los profetas, de que por Su nombre, todo el que cree en Él recibe el perdón de los pecados”. Por lo tanto, si creemos en Jesús con todo nuestro corazón, nuestra mente y nuestras fuerzas le rezamos a Él pidiendo perdón y prometiendo arrepentirnos, nuestro pecado será perdonado.
Quienes no son cristianos o nunca han oído hablar de Jesús, o quienes creen en Dios pero no en Jesús, o quienes creen en algún dios o algún poder o energía, o por último, quienes son escépticos no son rechazados por Dios. Lo que cuenta para Dios, no es en quién creemos, sino cómo nos comportamos durante nuestro tiempo de vida.
Los cuerpos espirituales y las almas de los cristianos y aquellos que no son cristianos van al purgatorio por igual, salvo que hayan recibido cuando estaban en su cuerpo el perdón de Jesús.
El purgatorio es un lugar donde las almas recibirán una purificación completa antes de ingresar al Cielo y conocerán cabalmente a Dios.
Esta purificación es del mismo tipo de lo que podríamos haber experimentado en nuestra vida en este mundo. Podríamos recordar un momento de arrepentimiento luego de darnos cuenta lo malo que fue un acto que cometimos. Este sentimiento de intenso arrepentimiento puede habernos hecho llorar y sollozar amargamente. Esto es el sufrimiento del alma que no tiene nada que ver con el sufrimiento del cuerpo. Este sufrimiento que ya hemos experimentado durante nuestra vida en la tierra puede ser un preludio de lo que nuestra alma sentirá cuando reciba una purificación final en el purgatorio. La intensidad y duración depende del estado del alma cuando morimos en la tierra.
Mientras que esas almas son purificadas en el purgatorio, los ángeles y otros buenos espíritus del Cielo recibirán el permiso de Dios para ir al purgatorio a enseñarles sobre el Cielo y sobre quién es Jesucristo. Estas explicaciones y enseñanzas iluminarán aquellas almas durante su purificación, durante todo el tiempo que sea necesario, hasta que estén completamente purificadas y conozcan el amor y la justicia inagotables de Jesús.
NUESTRA ALMA
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Nuestra alma es la parte íntima de nuestro ser. Somos lo que es nuestra alma. Algunos se refieren al alma como nuestro corazón, nuestra mente o nuestra conciencia. Como nuestro espíritu, el alma es el aliento de Dios dentro de nosotros desde que fuimos concebidos. Nuestra alma ha recibido de Dios el don del libre albedrío durante su concepción. Libre albedrío significa que nuestra alma tiene la opción de obedecer a Dios o no.
A pesar de que tenemos un cerebro con el que pensar y un corazón con el que sentir, es nuestra alma la que decide y elige lo que es bueno y lo que es malo. Nuestra alma se encuentra escondida dentro de cada uno de nosotros. Nadie salvo Dios y nosotros mismos puede ver lo que hay en nuestra propia alma. Algunas almas malvadas se aprovechan de este hecho para esconder sus intenciones mezquinas y pecaminosas actuando y comportándose de manera diferente. Finalmente podrían con el tiempo confundir o engañar a otros, Dios conoce muy bien sus intenciones y tendrán que rendir cuentas ante Él durante el juicio final.
Por lo tanto, debemos preocuparnos más por nuestra alma que por nuestro cuerpo. Si somos culpables, es mejor que confesemos nuestros pecados y recibamos un castigo físico en lugar de mentir para escapar de aquel castigo y condenar nuestra alma.
Sabemos que nuestra alma ha recibido de Dios el don del libre albedrío. También sabemos que todas las decisiones relacionadas con una elección entre el bien y el mal están controladas por nuestra alma. Cuando nuestra alma toma una decisión, esta decisión debe estar seguida de una acción. Las acciones pueden ser espirituales o físicas. Si es espiritual, está directamente comunicada con nuestro cuerpo espiritual o nuestro espíritu. Pero si requiere de una acción física, el alma le dará la orden al cerebro en cambio, que tiene control total sobre todas las partes de nuestro cuerpo. Podemos resumir las posibilidades de comunicación de nuestra alma de la siguiente manera:
Las decisiones de nuestra alma se expresan mediante dos alternativas:
1) La alternativa de elegir entre el bien y el mal.
2) La alternativa de acción entre lo físico y lo espiritual.
La combinación de ambas alternativas lleva a cuatro casos posibles:
a) La opción de hacer algo bueno que se llevará a cabo físicamente.
b) La opción de hacer algo bueno que se llevará a cabo espiritualmente.
c) La opción de hacer algo malo que se llevará a cabo físicamente.
d) La opción de hacer algo malo que se llevará a cabo espiritualmente.
Ejemplos de los cuatro casos anteriores:
a) Una buena acción física como rescatar a alguien de ahogarse. Nuestra alma le dará la orden a nuestro cerebro para que ejecute la acción de rescate. El cerebro, a su vez, le dará la orden a nuestro cuerpo de hacer todos los movimientos necesarios para lograr el objetivo. Como bucear, nadar, etc.
b) Una buena acción espiritual como rezar por alguien. Nuestra alma le dará la orden a nuestro espíritu para que rece.
c) Una mala acción física como golpear a alguien. Nuestra alma le dará la orden a nuestro cerebro para que ejecute el proceso de golpear.
d) Una mala acción espiritual como maldecir a alguien. Nuestra alma le dará la orden a nuestro espíritu para que maldiga.
Como dijimos, el alma es nuestra persona interior. En esta vida terrenal se encuentra dentro de nuestro cuerpo físico y cuando fallecemos permanecerá con nuestro cuerpo espiritual por toda la eternidad.
NUESTRO CUERPO
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Es la única parte visible de nuestra trinidad humana. Nacimos con él y hemos pasado nuestra vida terrenal con él. Lo hemos visto crecer, envejecer, y sabemos que pasado un período de tiempo que desconocemos ese cuerpo morirá. Todos conocemos la parte física de nuestra trinidad humana que nos permite vivir en este mundo natural. Por lo tanto no es realmente necesario brindar más explicaciones.
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CONCLUSIÓN
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Conocer nuestra trinidad humana en la vida y en la eternidad es la información más importante para cualquier ser humano, porque es a partir de este conocimiento que dependerá el estatus de nuestra vida eterna. ¿Elegimos disfrutar de pasarla con Jesús en el cielo o con Satanás en el infierno?
Lo que intentamos resumir anteriormente, Dios nos lo ha explicado, detalladamente, a través de los profetas en el Antiguo Testamento y lo ha demostrado cuando Él nos visitó en Jesucristo como lo explica el Evangelio.
Todas las sagradas Escrituras de la Biblia demuestran el amor que Dios nos tiene y Su máximo deseo de salvarnos de la muerte eterna, para que podamos disfrutar de nuestra vida eterna junto a Él en el cielo.
Nuestra vida en esta tierra es limitada, sin importar lo larga que sea. Si la comparáramos con la vida eterna, sería menos que una gota de agua en el océano. A pesar de esta realidad, le damos demasiada importancia a esta corta vida terrenal y le prestamos menos atención a nuestra interminable vida futura.
Si bien la muerte es un hecho innegable, a muchas personas muy cultas no les gusta hablar al respecto. Los asusta. Esto es muy lamentable por dos razones: En primer lugar, no es evitando hablar sobre ello que superarán su temor. Porque, por el contrario e irremediablemente, su temor continuará creciendo con ellos lo cual podría arruinar su vida en lugar de disfrutarla. En segundo lugar, perderán una gran oportunidad, mientras estén en la tierra, de prepararse para este emocionante viaje final.
Esta es la gran paradoja: Cuando planeamos ir de vacaciones durante un par de semanas, lo planeamos con mucha anticipación. Y en este caso, para un viaje eterno, no nos molestamos en absoluto en prepararnos a nosotros mismos.
Que Dios nos ilumine, para que podamos ver la verdad y el camino mientras nos encontramos en esta vida, y que Él nos proteja de caer bajo la influencia de Satanás quien quiere que suframos junto a sus seguidores en el infierno.
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Epílogo: Al transmitir o enviar por correo electrónico este mensaje a sus parientes o amigos, los estará ayudando y Dios lo bendecirá.
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